Entrar en un bar y querer quitarte el abrigo corriendo porque hace mucho calor. El viento frío en las mejillas. El vaho al respirar. Las luces de la calle, los adornos en las tiendas. Algún conocido que ya ha puesto el árbol. Los escaparates. La gente paseando con bolsas y paquetes… ¿Lo notáis? ¡La Navidad ya está aquí! En esta época del año hasta el aire es diferente. Todo huele a chocolate y canela. ¿O será cosa mía que solo pienso en el turrón?
Me encanta cómo durante estos días nos esforzamos por agradar a nuestros invitados y pensamos qué serviremos en la cena de Nochebuena, la comida de Navidad. Me maravilla el empeño que ponemos en buscar los regalos perfectos para todos, incluso anhelo las reuniones familiares en las que nunca falta una discusión.
No sé vosotros pero yo ya tengo listo el menú de Nochebuena. Es que sino mi madre se pone muy nerviosa. Que acabamos cenando lo de siempre, pero son cosas especiales de alguna manera, como las gambas a la plancha, o tradicionales, como el cardo que cocinaba mi abuela.
Pero mi debilidad estos días son obviamente los dulces. Poder disfrutar de tantísimas variedades de turrón…¡solo de pensarlo se me hace la boca agua! De base de mazapán, de chocolate, con frutos secos, con más chocolate… ¿Quién dijo que no se puede comer turrón en noviembre? En cuanto han salido a la venta, ya he hecho acopio de algunos básicos.
Me gusta mucho visitar Ascaso en estas fechas, ¡es todo tan tentador! Aunque se hacen de rogar porque claro, como lo elaboran todo con ingredientes 100%naturales, de temporada y de manera artesana. tanto lo más tradicionales: duro, blando, yema tostada… como sus creaciones más innovadoras: Yann, Dulcey, Damasco, Camellia… Yo los tomo a cualquier hora, de almuerzo, merienda o por supuesto, de postre. Con el café o con la copa de cava, todo le va bien a esos fantásticos turrones.
Otro que no falta en mi mesa es el Panettone. Aunque viene desde Italia, todos le hemos hecho un hueco en nuestro corazón y en nuestro estómago. Un dulce típico navideño que ahora podemos consumir todo el año. Porque la vida son dos días y no vale la pena esperar a ocasiones especiales para darse el gustazo. El de Ascaso es tan ligero que parece que comes un pedacito de nube con pequeños trocitos de fruta. Y esa cobertura de chocolate, ¡mmmm! Que no te engañe su aspecto grandote, es súper digestivo, delicioso ¡y hay tres variedades!
Otro de mis dulces favoritos de esta época, perfectos para compartir, son las castañas del Pirineo. Me gusta mucho que las vendan exclusivamente durante solo unos meses desde el comienzo del otoño. Una prueba de que solo utilizan los mejores productos, en este caso de temporada. Son como el Chanel de la confitería. Bombones de pasta de castaña y crema de castaña al ron bañados en chocolate negro. Ahí queda eso.
Es curioso que aunque estemos llenos después de un pequeño festín, siempre nos quede sitio para el postre. ¿O solo me pasa a mí?