Un enero muy laminero

Quien diga que con el fin de la Navidad se acaba lo dulce está equivocado… ¡en mi caso, es así todo el año! Terminamos con los turrones y los polvorones, sí, pero la vuelta a la rutina viene aderezada por festividades vinculadas al santoral aragonés, la región de origen de Pastelería Ascaso, que gozan de sus propias tradiciones gastronómicas y a las que están muy apegados desde el obrador de Huesca.

Os hablo de San Vicente (22 de enero), San Valero (29 de enero), San Blas (3 de febrero) y Santa Águeda (5 de febrero). Todo ello sin pasar por alto que después llega San Valentín 💖.

Pero hoy quiero detenerme en la primera de ellas, en San Vicente. Este santo es el copatrón de la ciudad de Huesca, donde nació Ascaso en 1890. Para conmemorarlo, hace años que se elaboran postres tradicionales que merece la pena probar, pues son exquisitos.

Mi recomendación en esta ocasión es que os acerquéis hasta la Pastelería Ascaso de Huesca o Zaragoza y preguntéis por la corona de San Vicente. Los pasteleros de Huesca la elaboran desde los años 90, cuando fue inventada por el pastelero Jesús Ortiz como postre identificativo de esta celebración. ¿Sabíais que al principio se concibió como una rueda de molino? La misma con la que según cuentan San Vicente fue lanzado al mar. Sin embargo, pronto se cambió a ”corona”, una denominación mucho más comercial.

Su ingrediente principal es el hojaldre artesano, muy laminado y crujiente, con nata y crema pastelera ligeramente tostada. Su composición sencilla y sus ingredientes y sabores clásicos nos regalan un dulce apto para todos los gustos. Además, la preparan en dos tamaños, ¡por si quieres darte un festín tú solo o en compañía! 🙊

Por otro lado, en Ascaso también encontraréis tarta de San Vicente. ¡Una de mis preferidas! Su base es masa brisa cubierta de crema de limón natural que se corona con montañas de merengue sutilmente dorado. Si no quieres llevarte una tarta entera no te preocupes, porque también tienes tartaletas individuales de una sola porción.

Con toda sinceridad os digo que es un auténtico manjar, espumoso, delicado y muy apetecible. Con una tradición de 30 años, ya se ha convertido en un producto fijo de la pastelería de Zaragoza, que la vende todo el año, si bien en Huesca solo estará del 20 al 22 de enero. El contraste del ácido de la crema y el dulce del merengue con todas sus texturas hacen de ella una auténtica maravilla.

Es importante que encarguéis vuestra corona o tarta si queréis aseguraros una, ya que no están disponibles en la pastelería online. Podéis hacer la reserva por teléfono o acudiendo a la propia tienda.

¡Son una delicia ideal para culminar enero como se merece! Porque enero también… ¡es laminero!

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