Cuando llegan estas fechas parece que nos vemos obligados a hacer un balance de lo que ha pasado durante el año. A recordar lo bueno, lo malo, los propósitos para el que comienza, a los que se han quedado por el camino… ¿No os entra un poco de melancolía en estos momentos?
Escribo estas líneas con un té y unos gajos de naranja con chocolate negro de Ascaso a mi vera, porque el que inventó el refrán «las penas con pan, son menos», claramente no había probado el chocolate Valrhona. El intenso olor a cacao me teletransporta a la cocina de mi abuela, donde pasaba largas horas cuando era niña. Es curioso cómo el olfato es una poderosa herramienta para la memoria y gracias a los olores somos capaces de recordar momentos o personas.
Creo que la comida es otra de las cosas que nos evoca el pasado, sobre todo en estas fechas. Porque se hace el rape «como lo hacía la yaya», o se come cardo desde que tienes memoria porque lo traía la tía del pueblo. Que ella ya no está pero se sigue preparando. Y se recuerdan anécdotas como cuando éramos pequeños y nos hacían comer hígado, quina o tostadas de nata y azúcar. Cosas que mi padre SIEMPRE cuenta. Es una pena que no quede nadie del Renacimiento para decirnos que la Corona de Catalina de Aragón le recuerda a su época, pero seguramente así es.
El otro día, me decía la madre de una amiga que cuando volvían de la montaña en Navidad y pasaban por Huesca, siempre entraban en Ascaso a comprar unos pastelitos llamados Búlgaros, rollitos de hojaldre rellenos de crema, y Bartolos, rellenos de cabello de ángel, y se peleaba con su hermana por ver quién comía más. Y lo contaba con una enorme sonrisa.
Para mí, esas pequeñas cosas hacen que estas fechas valgan la pena. Por eso me ha encantado la campaña de Ascaso #elingredientesecreto, que junta dos cosas que amo: la familia y el dulce. ¿Habéis visto el vídeo? Hijos de los trabajadores aprenden a hacer Pastel Ruso y desvelan el ingrediente secreto de la famosa pastelería que utilizan en todas sus elaboraciones.
¿Cuál es el ingrediente secreto de vuestra vida? Pregunta profunda de fin de año. El mío es intentar disfrutar de cada día al máximo. Suena a tópico, pero es verdad. En términos dulcívoros diría que es como comerte un Sacher individual y disfrutar de cada miga de bizcocho, cada trocito de la cobertura de chocolate y la confitura de albaricoque por igual, desde el primer mordisco, hasta el último.
Pero bueno, ¡casi se me olvida hacer balance de 2019! Ha sido un buen año, con sus más y sus menos, claro. Pero al final creo que solo hay que quedarse con lo que nos ha hecho felices. Mucha gente se pone triste cuando se acerca la Nochevieja, pero a mí me gustan las cosas que pasan estos días: nos juntamos con los nuestros, aunque discutamos, nos esforzamos por poner una mesa bonita, por agradar a todos, y vemos a los que vienen una vez al año (esto tiene un lado positivo también). Y pasamos todos una agradable velada alrededor de una buena comida preparada con amor, y buenos postres: turrón, guirlache, Pastel de fin de Año, tronco… sin olvidar las uvas, claro.
Pensad en lo que os ha hecho felices este año y ¡qué tengáis una dulce entrada en 2020, dulcívoros!