Este año no habrá reloj, ni corbata, ni deliciosos chocolates, pastel ruso o una botella de vino con la que brindar. Dulcívoros, vivimos días difíciles, en los que estar lejos de nuestros seres queridos es el acto de amor más sincero. Puede que a muchos de vosotros, como a mí, os toque pasar el día del padre lejos del vuestro. Pero eso no significa que no haya regalos.
Una larga llamada de teléfono, o videollamada con un café en la mano; una promesa de hacer más cosas juntos, un certificado que canjear cuando podamos vernos, el compromiso de prepararle su plato favorito en una futura comida familiar e incluso, las más habilidosas, una manualidad como cuando éramos niños. Definitivamente el mejor regalo será pasar tiempo con ellos cuando todo esto acabe.
Quizá este aislamiento forzoso, a los que os hayáis podido quedar en casa, nos ayude a redescubrir el valor de las cosas inmateriales y del contacto físico: un abrazo de oso, que te cojan de la mano, un beso en la frente.
Es en las fechas señaladas como hoy cuando más nos acordamos de la familia. Y es el no poder tenerlos cerca lo que nos hace desear aún más su compañía. Por eso puede ser un buen momento para echar la vista atrás y recordar los mejores momentos vividos con tu padre. Un paseo por el parque, una excursión o un viaje, el olor de su colonia, las cenas en familia, vuestras bromas privadas, las miradas de complicidad, las risas alrededor de una bandeja de pastelitos por ver quién se comía el último… Incluso revisar viejos álbumes de fotos donde él es joven y tú apenas levantas unos palmos del suelo.
Para los que sois afortunados y aún tenéis un padre al que felicitar por teléfono, recordad estos sentimientos y cuando todo esto acabe, os vais con él a comprar un buen vino y un pastel ruso de Ascaso de los grandes, y se lo decís en persona.
¡Feliz día a todos los padres y Josés de vuestras vidas! Estoy segura de que pronto lo celebraremos juntos.