Detalles diferentes

Mientras planeo mi viaje a Nueva York escucho de fondo el disco de Navidad de Michael Bublé. Es uno de mis favoritos para estas fechas. Me lo regalaron hace cuatro temporadas y desde entonces espero noviembre con impaciencia para que empiece a sonar por toda mi casa. Cuando llego después de un día largo de trabajo lo pongo mientras hago la cena, elevo el volumen cuando me sumerjo en la bañera y suena como un susurro cuando enciendo unas velas y me como un postre cargado de chocolate. Hay momentos para todo y soy de las que valora lo sencillo. Lo que en la moda llaman ‘menos es más’.

Estos días estoy haciendo un repaso a los looks que he mostrado en ‘Living Backstage‘ y por encima de todo destaca la sencillez. No me gustan las cosas recargadas prefiero el detalle minimalista y las cosas realistas. Probablemente el disco de Bublé es el obsequio menos pensado y más aprovechado de cuantos regalos me han hecho. Pero así soy yo, valoro el detalle de lo inesperado, la forma más certera con la que te pueden sorprender y no siempre tiene que ser la moda de la masa.

Me voy a intentar explicar un poco mejor. Todas hemos hablado alguna vez con las amigas sobre el precioso anillo que tu futuro marido te va a regalar el día de tu pedida de mano. A mí, me espantaría que fuese un anillo. Yo quiero algo que recuerde pero sobre todo quiero vivirlo. El otro día me ocurrió algo fascinante y no hay documento gráfico sobre ello. Que más da mientras esté en tu corazón, ahí lo puedes buscar tantas veces como quieras.

Un plan perfecto siempre tiene que estar acompañado de una buena comida y no imagino mejor celebración. Ahora que estamos en plenas Navidades me he acercado a Pastelería Ascaso para imaginar como sería esa comida de ensueño y he acabado comprando algo que se adapta a lo que quiero y a lo que podría estar por llegar. Unos hojaldres caramelizados bien de lavanda o de romero. Se llaman ABADES y los puedes rellenar como quieras. De salmón, foie, queso… hay tantas opciones como imagines y son los entrantes perfectos para gente a la que nos gustan los detalles y lo sorprendente.

Ese toque diferente… ¡y, sobre todo, práctico, que nos gusta a las mujeres del siglo XXI sin olvidarnos de los sabores tradicionales! Me parece una idea maravillosa para sacar varias bandejas en la cena de Nochevieja, en la comida de Reyes… saborear la vida es uno de los mejores recuerdos.

No quiero que me encaje el zapato como a Cenicienta, no quiero un anillo que no voy a llevar, quiero y valoro los detalles y, sí, ¡querría una comida en una azotea para los dos!

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